Como es sabido, hace 35 años fusilaron a Txiki, Otaegi, Sánchez, Garcia y Baena, militantes de ETA los dos primeros y de las FRAP los que siguen. Eran los últimos coletazos del franquismo puro y duro. El Código penal recogía la pena de muerte como opción de castigo. Era legal fusilar al adversario del régimen fascista.
Durante todos estos años la izquierda abertzale ha tomado como referencia esa histórica fecha para recordar y homenajear a todos los que han perdido la vida “luchando por la libertad de Euskal Herria”. Lo hicieran con las armas en la mano o no, se cuentan a cientos las personas que han muerto en enfrentamientos, fusilamientos ilegales, torturas, o acciones de grupos parapoliciales dirigidos desde las cloacas del estado.
Este año el gudari eguna se celebra en un clima político muy especial tras los últimos comunicados de ETA y la iniciativa política emprendida por los independentistas vascos de izquierda durante los últimos meses. Sin duda vivimos momentos de gran importancia política que pueden tener una influencia capital en el futuro. Veremos si la nueva estrategia que se propone alcanza los niveles de eficacia deseados. De momento, el estado, a través de declaraciones y hechos represivos, ya ha dejado meridianamente claro que la nueva propuesta de actuación independentista tiene capacidad de provocar niveles altos de confrontación y tensionamiento.
Es previsible, como ocurrió en Sudáfrica, que los poderosos intenten sacar ventaja antes de sentarse a negociar. Recordemos que allí, las mayores atrocidades represivas se cometieron en pleno proceso de paz. Agudizar la represión en estos momentos, endureciendo los postulados gubernamentales respecto a los que reclamamos libertad y democracia, solo busca reforzar su posición ante un inevitable proceso negociador.
La Izquierda Abertzale y más concretamente la organización ETA, como ella misma reconocía en uno de sus últimos comunicados, puede estar más o menos condicionada por los envites represivos. Ahora bien, de ahí a sacar la conclusión de que no tiene capacidad de actuación y que las iniciativas que se toman son como consecuencia de su “debilidad”, simplemente es falso. Ese discurso responde a la necesidad del Gobierno de vender su “triunfo”. Saben que para solucionar el conflicto no hay otro camino que el de la negociación política pero ni quieren ni pueden reconocerlo ante esa sociedad que llevan tantos años mintiendo y manipulando.
A estas alturas parece evidente que el estado no quiere negociar porque sabe que en esa circunstancia le va a tocar ceder. Ellos venden el “final de terrorismo” en vez de el final del conflicto. Esta posición a medio-largo plazo les podría crear problemas importantes. El estado ha empezado a comprender que su problema no es ETA y sus 50 años de existencia, sino Euskal Herria y sus centenares siglos de lucha.
Que nadie se llame a engaño. Con la nueva estrategia independentista, la paz social no está mas cerca. Se abre un nuevo ciclo de lucha. La capacidad independentista por recobrar la iniciativa política, una vez más está quedando de manifiesto y hasta el español más optimista teme la capacidad para cocinar las condiciones necesarias que coloque la causa soberanista en el centro del debate político en los próximos años.
Todos hemos cometido errores de cálculo pero yo particularmente estoy convencido de que el gobierno se confundió al levantarse de la mesa en el último proceso de negociación y se vuelve a confundir en la actualidad mostrando una postura tan intransigente. Está tensando tanto la cuerda, que lo que podía haberse solucionado con un acuerdo de marco autonomista para un nuevo ciclo político, quizás ya no sirva para calmar las ansias de libertad de Euskal Herria y otros pueblos del estado. Están tensando tanto la cuerda, que el más posibilista de los políticos abertzales empieza a ver condiciones para poner encima de la mesa, no solo el derecho a decidir sino abiertamente y sin complejos el derecho a la independencia.
En este Gudaria Eguna debemos celebrar el avance soberanista, la capacidad de plantear nuevas propuestas y por supuesto, la entrega y compromiso de muchas personas dispuestas a seguir trabajando para conquistar un espacio de libertad para Euskal Herria.